El principio de igualdad de categorías de filiación
interesa fundamentalmente al idéntico tratamiento que hace la ley en punto al contenido y a los efectos de las relaciones jurídicas que tienen su origen en la procreación humana. Por su parte, el derecho del niño a conocer a sus padres se centra en la determinación jurídica del vínculo filial que se origina de la procreación humana, esto es, el establecimiento de la paternidad y de la maternidad (Placido, 2005:16). El derecho del niño a ser cuidado por sus padres se centra en la idea de que el ejercicio compartido de la patria potestad por el padre y la madre que conviven, atiende mejor el interés de los hijos menores, que constituye el reconocimiento de la igualdad de ambos progenitores para asumir los deberes que aquélla importa. (Placido, 2005:16).
Los términos paternidad y filiación expresan calidades
correlativas, esto es, aquélla la calidad de padre y ésta la calidad de hijo. A pesar de las marcadas características de cada uno de estos términos, la corriente jurídica que postuló la igualdad entre los hijos ha llevado a abolir toda diferencia entre paternidad y filiación a efectos de no determinar el modo, circunstancias, tiempo y forma como ha sido concebida una persona. De ello tenemos que la filiación es consustancial e innata al ser humano en el sentido de que el status filii es un atributo natural, siendo aceptado y fomentado actualmente que toda persona debe conocer su filiación (derecho a conocer su propio origen biológico) no solo para generar consecuencias legales sino para permitir la concreción y el goce de su derecho a la identidad. Varsi, 2005:607).
Por ello diremos que la filiación está determinada por la
paternidad y la maternidad de manera tal que el título de adquisición del estado de hijo tiene su causa en la procreación, constituyendo ésta el presupuesto biológico fundamental en la relación jurídica paterno filial. Sin embargo, esta relación puede constituirse sin hecho biológico (filiación sin procreación: adopción) o existir hecho biológico y no filiación (procreación sin filiación: expósitos) o no existir una procreación propiamente dicha y una filiación por determinarse (reproducción asistida y filiación indeterminada). (Vila-Coro, 1995:38) Como señala Josserand (1994), se entiende por filiación el vínculo o lazo jurídico que une a una persona con sus padres o progenitores inmediatos. (p, 144)
La filiación más que una institución jurídica, es una institución
social en la que emergen un sin número de relaciones personales y patrimoniales que ha trascendido en el tiempo. Es, entre todas las relaciones parentales la más importante y la de mayor jerarquía. Deriva del latín filius: hijo y es entendida como la relación jurídica parental yacente entre el hijo y su padre (o madre); es decir un vínculo jurídico que conecta a dos situaciones jurídicas subjetivas: la del hijo y la del padre. También se podría decir que es la "relación existente entre una persona de una parte, y otras dos, de las cuales una es el padre y la otra la madre de la primera" (Espin, 1982: 338). Mediante la filiación los padres se vinculan jurídicamente con sus hijos cumpliendo con satisfacer sus necesidades y requerimientos, asistiéndolos, protegiéndolos, y representándolos. La relación paterno- filial; es por ello, un complejo de relaciones familiares entre padres e hijos dándose la denominada autoridad paternal que obedece a la obligación que tienen los padres en la formación de sus hijos (Varsi, 2000:103.). La filiación es una forma de estado de familia, de allí que se diga que la filiación implica un triple estado (Varsi, 2001:191): • Estado jurídico.- Asignado por la ley a una persona, deducida de la relación natural de la procreación que la liga con otra. • Estado social.- En cuanto se tiene respecto a otra u otras personas. • Estado civil.- Implica la situación jurídica del hijo frente a la familia y la sociedad. Es necesario mencionar que el concebir un hijo no te hace padre aún, sino que este cambio de estado se dará con el nacimiento del niño, por lo que antes se está en una situación de expectativa, entendida como una situación jurídica de ventaja inactiva, que se caracteriza como posición de interés inicial, jurídicamente reconocido como tal, pero con miras a su evolución posterior hacia una situación final. Su realización depende de un evento que consista en un hecho natural o en uno humano, (en este caso depende de los dos), es siempre un factor externo con respecto a la estructura interna de la situación. (Varsi, 2001:191)
La filiación representa el vínculo jurídico que une un niño a su
madre (filiación materna) o a su padre (filiación paterna). Para establecer ese vínculo, que funda el parentesco, el Derecho se apoya en ciertos elementos: la verdad biológica, la verdad sociológica (el hecho de vivir en calidad de hijo), la manifestación de voluntad de los interesados (el reconocimiento). (Monge, 2005:12.) DIFERENCIA ENTRE FILIACIÓN MATRIMONIAL Y LA FILIACIÓN EXTRAMATRIMONIAL Clásicamente el Derecho distingue la filiación matrimonial de la filiación extramatrimonial. Esta distinción reposa exclusivamente en la situación jurídica de los padres, es decir la existencia o ausencia de matrimonio entre ellos. Si éstos son casados, el niño es automáticamente matrimonial y su filiación, respecto de sus dos autores, es establecida por el hecho del parto de la madre, el cual desencadena la presunción de paternidad del marido. El fundamento es que por el matrimonio, el hombre y la mujer manifiestan su deseo de formar una familia y aceptan oficialmente asumir las consecuencias que genera su comunidad de vida (artículo 287). Así, desde su nacimiento, el niño está indivisiblemente unido por el matrimonio a sus dos progenitores. El principio, consagrado en el artículo 361, proclama que el hijo nacido o concebido dentro del matrimonio tiene por padre al marido. (Monge, 2005:12.) Un compromiso social de similar naturaleza no existe en la familia extramatrimonial o natural. Los amantes no tienen ninguna obligación entre sí. Si los padres no son casados, el niño es extramatrimonial (natural o ilegítimo), lo que significa que el establecimiento de su filiación paterna no es automático. En este caso la filiación es divisible. Cada uno de los padres puede establecer el vínculo de filiación que le une al niño en forma separada. Cada padre es independiente del otro. De tal forma que la indicación del nombre de la madre, en la partida de nacimiento, no genera consecuencias jurídicas respecto del vínculo paterno. La presunción de la paternidad, al ser un efecto del matrimonio, no existe en la filiación extramatrimonial. Para establecer el vínculo de filiación, es necesario que intervenga un elemento suplementario: sea un acto de voluntad expresado en el reconocimiento, sea una declaración judicial en ese sentido. (Monge, 2005:13) El legislador de 1984, queriendo suprimir toda distinción discriminatoria entre hijos concebidos o nacidos dentro del matrimonio y aquellos concebidos o nacidos fuera del matrimonio, ha preferido descartar la terminología, considerada oprobiosa, de hijos ilegítimos utilizada por el Código Civil de 1936. Sin embargo, la utilización de los términos hijos matrimoniales e hijos extramatrimoniales no hace más que disimular la subsistencia de la discriminación entre ambas filiaciones. Dos argumentos nos permiten poner en relieve este hecho. (Monge, 2005:14) Filiación extramatrimonial. Se entiende por hijos extramatrimoniales a los concebidos y nacidos fuera de una relación matrimonial; en este caso para establecer la filiación requieren el reconocimiento efectuado por el respectivo padre o madre o en su defecto una sentencia declaratoria.
Denominada desde Roma filiación legítima, era la derivada
por efectos del matrimonio otorgando a los hijos ex iusto matrimonio la condición de libres con todos sus derechos civiles y políticos. Esta filiación se encuentra unida al matrimonio entre los progenitores, siendo su causa esencial. Sin embargo, el solo acto matrimonial es insuficiente para establecer una filiación, hecho por el cual han surgido diversas teorías que tratan de determinar qué hijos son matrimoniales y cuáles extramatrimoniales. TEORÍAS a) Teoría de la concepción. Son hijos matrimoniales los engendrados por padres casados, sea que nazcan dentro del matrimonio o sean alumbrados después de disuelto o anulado el mismo. Es decir, los concebidos antes del matrimonio serán extramatrimoniales, aun cuando su nacimiento ocurra una vez realizado el casamiento (Varsi, 2005:694): Esta teoría establece una diferencia muy marcada entre los hijos de los mismos padres. (Varsi, 2005:694). b) Teoría del nacimiento
Serán hijos matrimoniales los nacidos en el momento en que los
padres están casados, no importando el momento en que hayan sido engendrados. Según esta teoría los concebidos con anterioridad a la celebración de las nupcias serán matrimoniales si nacen cuando aquellas hayan sido ya contraídas, contrario sensu no lo serán los nacidos después de la disolución del casamiento, a pesar de que la procreación se produjo durante su vigencia.
Esta teoría hace depender de manera ventajosa la calidad de la
filiación de tres hechos:
. La celebración del matrimonio.
. El parto y, . La disolución o anulación de aquél. c) Teoría mixta También denominada teoría del nacimiento-concepción, sustentándose en los siguientes postulados: . La vida humana se inicia con la concepción. . El marido de la mujer se presume padre del hijo de ésta.
. La no permisibilidad del matrimonio de la viuda en tanto no transcurra
300 días de la muerte de su marido, salvo que diera a luz o que pruebe su estado de ingravidez, disposición que se amplía para la mujer divorciada. (Varsi, 2005:695)
. La facultad del marido de impugnar la paternidad del hijo de su mujer.
. Son hijos extramatrimoniales los concebidos y además nacidos fuera del
matrimonio. FILIACIÓN MATRIMONIAL
Para los hijos matrimoniales la filiación se acredita
conjuntamente respecto del padre y de la madre. Al demostrar la maternidad se manifiesta, propiamente y siempre, la paternidad del marido (principio de la indivisibilidad de la paternidad matrimonial), a pesar de que luego pueda ser impugnada. Esta filiación sienta sus bases en la presunción paterest (artículo 361 del Código Civil) y en la presunción reafirmatoria de paternidad (artículo 362: el hijo se presume del marido así la mujer niegue la paternidad de su cónyuge o ésta sea condenada como adúltera) atribuyéndose legal o automáticamente el vínculo paternal (atribución de paternidad ministerio legis u opelegis). El establecimiento de la paternidad matrimonial se sustenta en el denominado período de la concepción y gestación de manera tal que, legalmente, la gestación tiene una duración mínima de 180 días y máxima de 300, mientras que la concepción se produce dentro de los primeros 121 días de los 300 anteriores al nacimiento. Éste es el postulado omnimeliore momento por el cual la ley contempla una etapa de la fecundación y no el momento en que ésta se produce. Esta presunción de paternidad si bien dispensa de probar el hecho biológico, no descansa sino en un presupuesto de regularidad social que se traduce en contenidos éticos que dan sentido a la institución del matrimonio mismo, tales como la fidelidad y la cohabitación, que son los pilares de la unión monogámica o presunciones vitales, de las que se deriva una presunción negativa de infidelidad y una presunción positiva de contacto. En sentido concreto y práctico la presunción de paternidad descansa no tanto en la fidelidad sino en la convivencia matrimonial, presentándose esta última como su principal fundamento. (Varsi, 2005:697) B) FILIACIÓN EXTRAMATRIMONIAL Frecuentemente el hijo extramatrimonial goza de hecho de status ti/ii pero no del status tamiliae, es decir tendrá un nombre pero que no le adjudica íntegramente sus relaciones familiares, salvo que esté reconocido voluntaria o judicialmente.
Cuando se trata de los hijos concebidos y nacidos
fuera del matrimonio, ya falta de emplazamiento, la filiación materna puede ser acreditada con independencia de la paterna, sin que por establecer la una se induzca la existencia de la otra. (Varsi, 2005:697) En sentido básico tenemos que los presupuestos de la filiación extramatrimonial son la maternidad y la paternidad de ambos hechos biológicos de los progenitores.
Actualmente, lo dispuesto por el numeral 386 ha quedado
desfasado como consecuencia de las modernas técnicas de reproducción asistida, el congelamiento de material gen ético sexual y la crio conservación de embriones, pues puede perfectamente concebirse un hijo dentro del matrimonio, crio conservarse y ser implantado luego de disuelto el vínculo, incluso luego de transcurrido en exceso el plazo de 300 días, de manera que estos denominados casos de implantación post matrimonial (Varsi, 2005:698) vienen alterando la calidad legal y el estado civil de los hijos. La tendencia moderna en la doctrina es ya no diferenciar la filiación en matrimonial ni extramatrimonial. Máximo se hace una diferencia entre la filiación por sangre (la determinada por la procreación) y la filiación legal (establecida por un acto jurídico familiar). En esta corriente tenemos el Código Civil de Québec que indica: "Artículo 522.- Todos los menores cuya filiación esté establecida tienen los mismos derechos y obligaciones, sin importar las 'circunstancias de su nacimiento. Artículo 523.- La filiación paterna y materna está dada por el nacimiento, sin importar las circunstancias de nacimiento del menor. (Varsi, 2005:698)
El artículo 387 CC establece al reconocimiento y la
sentencia como los únicos medios de prueba de la filiación extramatrimonial. RECONOCIMIENTO DE LOS HIJOS EXTRAMATRIMONIALES. De acuerdo al artículo 388, del código civil señala que el hijo extramatrimonial puede ser reconocido por el padre y la madre conjuntamente o por uno solo de ellos. La fórmula adoptada por nuestro Código ha sido materia de profundas discusiones. Así, se cuestionaba si convenía permitir al padre que se diese a conocer sin que la madre confirmase su reconocimiento. En este sentido, "se temía que cualquier persona se atribuyera la paternidad de un hijo, cuya madre jamás hubiera tenido relación alguna con él. ¿No era escandalosa la posibilidad de que los diferentes hombres que hubieran tenido relaciones al mismo tiempo con la madre reconociesen como suyo al hijo de ésta?"(Planiol,1996: 220). A fin de resolver esta controversia, la legislación francesa propuso la fórmula según la cual "no producirá efectos el reconocimiento hecho por el padre cuando no sea confesado por la madre". No obstante, se reconoció que resultaría peligroso subordinar el reconocimiento del padre a la confesión de la madre. A fin de cuentas, ésta podría haber muerto, estar ausente o haber devenido incapaz, entre otras circunstancias que le impidan confesar su maternidad.
En atención a esta controversia, se propuso una nueva fórmula
según la cual "el reconocimiento del padre, si es contradicho por la madre, no producirá ningún efecto". No obstante, se consideró también peligrosa en sí misma la facultad dejada a la mujer de destruir perentoriamente el reconocimiento del padre y se decidió que cada uno de los padres pudiere reconocer libremente al hijo a pesar del silencio y oposición del otro. Sobre la base de estas consideraciones, la nueva fórmula sería: "el reconocimiento de un hijo natural solo producirá efecto acto a la persona que lo haya hecho (Santisteban ,2005:706)". Ésta es la fórmula que ha recogido nuestro Código en el artículo bajo comentario. El reconocimiento, entonces, puede ser practicado por cualquiera de los padres de manera indistinta, estableciéndose que los efectos de este acto solo vinculan a la persona que lo hubiere efectuado. Se trata de un acto eminentemente unilateral.
Este precepto admite de manera implícita, además del
reconocimiento practicado por cada progenitor, la posibilidad de que se efectúe un reconocimiento de ambos progenitores de manera conjunta. En este último supuesto no se destruye el carácter unilateral del reconocimiento, habida cuenta que se trata de una manifestación concurrente de dos voluntades coincidentes. Lo dispuesto por la norma bajo comentario encuentra sustento en los siguientes principios. Así el reconocimiento que efectúa un progenitor debe ser:
a) Unilateral; en la medida en que requiere para su
perfeccionamiento solo una declaración de voluntad, ya sea la del padre o de la madre. Así lo dispone el artículo 388 del Código Civil, el cual establece que el reconocimiento puede ser practicado por el padre o la madre de manera indistinta. (Santisteban ,2005:707). b) Facultativo y voluntario; por cuanto nadie puede ser obligado a expresar su voluntad de declararse padre o madre de otra persona. Asimismo, se trata de un acto voluntario, en la medida en que se encuentra prohibido que el padre que reconoce a un hijo mencione el nombre del otro o de cualquier dato que permita identificar a éste. (Santisteban ,2005:707). Esta característica encuentra sustento en que "el padre está en el deber moral y social de reconocer a su hijo, pero tal deber moral no implica un deber jurídico de derecho positivo"(Bonilla, 1987:53).
c) Personal; en la medida de que nadie, ni siquiera el
representante legal del menor o del incapaz, puede, por regla general, afirmar un lazo de filiación del cual no es autor. Este precepto obedece al carácter íntimo del acto procreador, así como al respeto por el principio de voluntariedad referido (Cornejo, 1987:109). En efecto, "la confesión no compete sino a su autor: no se confiesa por otro. El reconocimiento porque es una confesión, es individual". (Santisteban ,2005:708). IMPUGNACIÓN DEL RECONOCIMIENTO El reconocimiento puede ser negado por el padre o por la madre que no interviene en él, por el propio hijo o por sus descendientes si hubiera muerto, y por quienes tengan interés legítimo, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 395. En términos generales, el reconocimiento puede ser impugnado por dos vías: la acción de invalidez y la acción de impugnación propiamente dicha. La primera tiene lugar por aplicación de los principios generales relativos a la invalidez de los actos jurídicos. (Santisteban ,2005:710). La segunda, en cambio, solo se funda en que el reconocimiento realizado no es acorde con la realidad del vínculo biológico. Como queda dicho, la doctrina distingue entre invalidez e impugnación del reconocimiento. La distinción es importante, por cuanto (Santisteban ,2005:710):
a) La acción de impugnación del reconocimiento ataca o
controvierte su contenido, o, lo que es lo mismo, controvierte el presupuesto biológico que lo implica: el nexo biológico determinado por la procreación entre reconociente y reconocido.
b) La acción de invalidez, en cambio, ataca la validez sustancial
del acto jurídico que contiene el reconocimiento por vicios que atañen a su eficacia constitutiva o estructural como tal. De tal modo que en la acción de invalidez no está en juego, ni se discute, si quien reconoce es en verdad el padre o la madre del reconocido -como en la acción de impugnación del reconocimiento-, sino el vicio sustancial que impide la eficacia del acto jurídico. En ambos casos, es cierto, el reconocimiento cae. Pero la distinción es trascendente por cuanto la invalidez del reconocimiento no impide en el futuro un nuevo reconocimiento mediante acto válido -por ejemplo, llegado el reconociente a la edad mínima requerida-; en cambio, los efectos de la cosa juzgada en la acción de impugnación del reconocimiento, si prospera, hacen imposible su reiteración. En este último caso, la sentencia que acogió la impugnación declara inexistente el nexo biológico que determina la procreación y que es el sustento del reconocimiento (Santisteban ,2005:711). El artículo 399 del Código Civil se refiere a esta acción. Establece que el reconocimiento de la paternidad o maternidad extramatrimoniales puede ser negado por el padre o la madre que no interviene en él, por el propio hijo o por sus descendientes si hubiera muerto y por quienes tengan interés legítimo; sin perjuicio del carácter irrevocable del reconocimiento. Esta norma alude a la legitimación activa para el ejercicio de la pretensión. (Santisteban ,2005:713).
No obstante la previsión legislativa, la persona simplemente
mencionada como padre o madre -que no interviene en el reconocimiento y cuyo nombre es revelado por quien lo practica separadamente, con infracción del artículo 392 del Código Civil peruano-, no podrá promover esta acción, por cuanto no se trata - respecto de ella- de un caso justiciable. Bastará con que solicite, en sede registral, la supresión de la mención y, de esta manera, se tendrá por no puesta tal indicación, de conformidad con el artículo 37 del Decreto Supremo Nº 015-98-PCM (Reglamento de Inscripciones del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil). PLAZO PARA NEGAR EL RECONOCIMIENTO El plazo para negar el reconocimiento es de noventa días, a partir de aquel en que se tuvo conocimiento del acto.
El reconocimiento puede ser negado por el padre o por la
madre que no interviene en él, por el propio hijo o por sus descendientes si hubiera muerto, y por quienes tengan interés legítimo. A partir de un criterio de seguridad jurídica y de defensa de los intereses familiares, la ley determina un plazo para su ejercicio. (Placido, 2005:21)
El padre o la madre que no interviene en el reconocimiento,
los descendientes y quienes tengan interés legítimo gozarán de un plazo de 90 días, a partir de aquel en que se tuvo conocimiento del acto para negar el reconocimiento. Este plazo es reducido y perentorio dado que el reconocimiento beneficia, favorece y mejora la situación de un hijo. Es así que dado que cualquier impugnación de reconocimiento habrá de perjudicarle (Cornejo, 1987:338) al hijo, la norma determina el tiempo para que este acto pueda ser deslegitimado.
Si bien la ley ha establecido en aras de salvaguardar el
interés del hijo (teoría de los efectos favorables) un plazo breve para impugnar el reconocimiento, la propuesta de modificación del Código Civil ha considerado modificar este artículo proponiendo que la acción de negación del reconocimiento sea imprescriptible (Arias-Schreiber, 2001:755.). INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO. El principio del interés superior del niño, recogido por la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. En efecto "uno de los aportes de la Convención ha sido extender la vigencia del principio garantista del interés superior del niño, más allá de los ámbitos legislativos (como la Declaración de 1959) o judicial (como lo disponen numerosas legislaciones en materia de familia), sino extenderlo hacia todas las autoridades, instituciones privadas e incluso los padres" (Cillero, 1998:83.)
Este principio ha sido recogido en nuestro ordenamiento
por el Código de los Niños y Adolescentes, el cual en su artículo 78 establece que "el juez especializado debe evaluar la conveniencia de la restitución de la patria potestad en razón del Principio del Interés Superior del Niño y del Adolescente". En efecto, "el Estado tiene el deber de apoyar a los padres en este rol, pero también el deber de garantizar a los niños que su crianza y educación se dirijan hacia el logro de la autonomía en el ejercicio de sus derechos. Los roles parentales no son derechos absolutos, ni meramente poderes-deberes, son derechos limitados por los derechos de los propios niños, es decir, por su interés superior'. (Cillero, 1998:84)
El interés superior del niño y adolescente se encuentra
recogido en el artículo IX del Título Preliminar del Código de los Niños y Adolescentes, “En toda medida concerniente al niño y al adolescente que adopte el Estado a través de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, del Ministerio Público, los Gobiernos Regionales, Gobiernos Locales y sus demás instituciones, así como en la acción de la sociedad, se considerará el Principio del Interés Superior del Niño y del Adolescente y el respeto a sus derechos”. MODIFICADA POR LEY 29347 28.11 .11 -