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Herido, triste,

a Jesús, mostréle
mi dolor;
Perdido, errante,
vi su luz,
bendijome
en su amor.
Sobre una cruz
mi buen Jesús
su sangre derramó
Por este pobre
pecador,
a quien así salvó
Venció a la
muerte
con poder
y el Padre le exaltó;
Confiar en él
es mi placer.
Morir no temo yo
Aunque él se fue
conmigo está
el gran
Consolador
Por él entrada
tengo ya
al reino del Señor.
Vivir en Cristo
me da paz;
con él habitaré;
Ya suyo soy,
y de hoy en más
a nadie temeré.

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