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CAPÍTULO X ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL Y

DISERNIMIENTO

 Por: FELIPE EDUARDO HORMAZA ANGEL


OBJETIVOS

DEJAR CONSTANCIA DEL VALOR


CLARIFICAR LO QUE ES EL QUE TIENE EL
EL ACOMPAÑAMIENTO
ACOMPAÑAMIENTO O ACOMPAÑAMIENTO O DIRECCIÓN
ESPIRITUAL, QUE PODEMOS SALIR AL PASO DE LOS FUERTES LLAMAR LA ATENCIÓN DE LA
DIRECCIÓN ESPIRITUAL. A ESPIRITUAL PARA UNA VIDA
DAR LA PRIMICIA AL REPAROS QUE HA HABIDO Y NECESIDAD QUE ACTUALMENTE
CUALQUIER TIPO DE CRISTIANA CONSCIENTEMENTE
DISCERNIMIENTO. LE DAMOS TODAVÍA HAY EN TORNO A LA HAY EN LA CAPACITACIÓN DE
ACOMPAÑAMIENTO NO SE LE VIVIDA CON PROPUESTA
UNA GRAN IMPORTANCIA DIRECCIÓN ESPIRITUAL, E QUIENES PUEDAN ACOMPAÑAR
PUEDE LLAMAR DIRECCIÓN SIEMPRE NUEVA EN CONTEXTOS
PORQUE EN EL MISMO INTRODUCIRNOS GRADUALMENTE A LOS CRISTIANOS EN SU
ESPIRITUAL. LA DIRECCIÓN NO FÁCILES PARA EL
DISCERNIMIENTO LA. TIENE, EN ESTE CAMPO VIÉNDONOS PROCESO DE VIDA CRISTIANA
ESPIRITUAL INCLUYE UN EVANGELIO.
PERO NOSOTROS VAMOS EN COMO ACOMPAÑADOS Y COMO
ACOMPAÑAMIENTO PROPIO.
RAZÓN DEL ACOMPAÑAMIENTO ACOMPAÑANTE.
YA QUE NO HAY
ACOMPAÑAMIENTO SIN LA
PRAXIS DE UN
DISCERNIMIENTO.
I. ENTRE EL AYER Y EL HOY DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

•La dirección espiritual en la historia de la espiritualidad,


porque queremos iluminar con objetividad la crisis que ha
sufrido últimamente; y también porque queremos
garantizar el apoyo que hoy damos a la dirección
espiritual no como una vuelta a formas pasadas sino como
respuesta a una necesidad que siempre ha estado presente.
•En el ayer cercano no podemos ignorar el dato de la
potenciación de la vida cristiana desde los Ejercicios
espirituales y con la dirección espiritual. Sabemos que, en
fechas no muy lejanas un capítulo de la vida cristiana
entre nosotros han sido los Ejercicios, donde surgía una
dirección posterior.
1. La crisis de la dirección espiritual.

a) La emancipación absoluta de la persona o el valerse por si misma. Esta línea de pensamiento y de


vida, que supuso ataque directo y frontal a la dirección espiritual, estuvo alimentada desde distintos
instancias: desde una teología más secularizada que puso el acento en el valor del hombre sin tener
que recurrir a Dios, desde la psicología freudiana, y desde la pedagogía no directiva.
b] La superación del individualismo y la valoración del grupo. No fue fácil la dirección
espiritual cuando se potenciaron los grupos hasta considerarlos como el absoluto de la
formación y de la vida espiritual. Los mismos grupos fueron muy celosos de otras
mediaciones no aceptaban otra mediación distinta de la del grupo.
 c} La antropología cristiana que subyace a la dirección espiritual. En toda dirección
espiritual subyace una antropología concreta y cuando rechaza a un director, a veces lo
que se rechaza es la antropología que presenta y que representa.
d) La relación entre dirección espiritual e institución . Para muchos la dirección espiritual
evocaba a la institución; y, consecuentemente, cualquier distanciamiento de la
institución repercutió en la dirección espiritual.
e)  La confusión sobre la identidad y sobre la espiritualidad. Cuando hay crisis de
identidad, lo primero que se abandona es la dirección espiritual. Es impensable una
dirección sin las metas no están clarificadas.
1. La crisis de la dirección espiritual.
f) La experiencia de una dirección insuficiente. En el momento de crisis y de cambios
 

profundos, la dirección espiritual ha podido ser anacrónica por su contenido y por los
medios.
 g) La falta de confianza. La falta de confianza es presupuesto indispensable para la
dirección espiritual. Las secularizaciones abrieron heridas de desconfianza no fáciles de
superar.
h) La supervaloración de la acción y del comportamiento. En el caso de que la vida
cristiana se reduzca a la acción y a los comportamientos y no se preste mucha atención
a la “Vida en Cristo” por el Espíritu, habrá más necesidad de reuniones y la dirección
espiritual quedará muy pospuesta.
i) La falta de maestros que acompañan. Esta falta de acompañantes es problema de
siempre; pero en el momento actual hay que prestarle atención de forma eficaz.
j)  El ambiente “ligth”. Nos referimos al ambiente que tiende a lo fácil; que no invita a
la exigencia; que no oriente a lo profundo; este ambiente se resistió y se resistirá a la
dirección espiritual.
2. Momento actual de la dirección espiritual.

•En el momento de la crisis no faltó la voz del magisterio


que recordara la dirección espiritual como lo hiciera
Pablo VI en la exhortación apostólica EN 46; tampoco
faltaron publicaciones que mantuvieron vivo el fuego de
la dirección espiritual; y preocupación por ésta se hace
presente en el “Plan de Formación Sacerdotal para
Seminarios Mayores”.
•La dirección o el acompañamiento surge ahora desde
abajo. Es tal la necesidad que se experimenta que, para
responder a la demanda, surge por todos los lados
cursillos y publicaciones sobre el acompañamiento de
jóvenes.
 
2. Momento actual de la dirección espiritual.
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Las bases nueva son:


a) La base de la Teología. Pasó la secularización en su forma aguda y la teología actual
presenta al hombre desde la Revelación los caminos de su planificación abriéndole a los
nuevos valores del Espíritu. Aquí encaja perfectamente la dirección espiritual donde esta
presente el Espíritu, habrá discernimiento espiritual y puede haber acompañamiento.
b) La base de la psicología. Resulta un hecho claro que actualmente está muy al
descubierto la necesidad que el hombre de hoy tiene del sentido de la vida, siendo
especialmente sensible al sentido de su propia existencia. Es precisamente es este campo
donde la dirección espiritual encuentra una clara justificación.
c)  La llamada a una formación personalizada. La exigencia de una formación
personalizada responde a la sensibilidad que actualmente existe por lo personal. Esta
necesidad se acentúa cuando el ambiente se masifica y cuando el pluralismo ideológico
dificulta asumir y llevar a cabo las opciones personales como ocurre e nuestro momento.
d) La base de la antropología cristiana. Se busca la unidad en la estructuración de la
persona cristiana. Pero esta estructuración debe hacerse desde un “ser y vivir en Cristo”.
Pero, como bien sabemos estructurar toda la persona cristiana desde esta realidad exige
radicalidad y discernimiento. En esta caso, el acompañamiento se impone.
 
2. Momento actual de la dirección espiritual.

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e) Los nuevos planteamientos de lapara agregar una La
espiritualidad. imagen
espiritualidad cuenta
actualmente con nueva reflexiones y con nuevo tratados, incidiendo siempre en
la vida del cristiano. Esta clarificación de la espiritualidad posibilita la
dirección espiritual.
f)  La Nueva Evangelización. El nuevo planteamiento de la evangelización, con
su características propias de experiencias religiosa de vida nueva y de
compromiso en un ambiente de increencias, pone al descubierto la necesidad
que el cristiano tiene de una relación personal con quien poder compartir,
confrontar y discernir su propia situación. Creo que lel acompañamiento viene
exigido con fuerza especial desde la Nueva Evangelización. Creemos que en el
futuro de la vida cristiana habrá que poner mucha atención al acompañamiento
espiritual.
g)  El re-descubrimiento del acompañamiento como elemento importante en la
pastoral de hoy. Nos interesa subrayar cómo en la pastoral actual es muy común
incluir el acompañamiento.
.
 

II EL DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL EN EL ACOMPAÑAMIENTO .

Colocar bases sólida al acompañamiento debemos contar con el discernimiento. Es verdad que la dirección
espiritual se caracteriza por la ayuda; pero esta ayuda, que no se reduce al descendimiento y es más que el
discernimiento necesariamente debe contar con él. De ahí el valor que le damos al discernimiento en la tarea de
la acompañamiento. De entrada, queremos dejar constancia de que e valor del discernimiento no parte de
relación con el acompañamiento sino que está inscrito en al misma estructura de la vida cristiana es intrínseco a


su dinamismo.
2. Momento actual de la dirección espiritual.
1. Sentido del discernimiento espiritual.
  Es un término muy usado con un significado muy compartido. En griego tenemos el término krinein, que significa
separar seleccionar, después de un serio examen: elegir, decidir. En latín el término es cernere, que significa: separar,
cribar, percibir las cosas con claridad, reconocer. Y en castellano “discernir” que significa interpretar adecuadamente,
examinar a fondo, definir las cosas en su límites. Podemos afirmar que el discernimiento comporta el análisis crítico de la
realidad en orden a una justa valoración de la misma y en orden al consiguiente compromiso que deba darse,
 El discernimiento está muy presente en la Escritura. Lo vemos ya en la primera página de la Biblia: Adan falla en el
discernimiento ante el árbol del bien y del mal. En el Antiguo Testamento la Alianza es el criterio decisivo para discernir
la fidelidad o infidelidad del pueblo de Israel.
 Tiene mucha importancia en San Pablo. Habla explícitamente del “discernimiento de espíritus”, como de un carisma
entre otros carismas; y le es un tema familiar.
 La primera carta de San Juan utiliza muy frecuentemente “en esto conocemos” como criterio de discernimiento. A las
pretensiones gnósticas del momento, san Juan responde con criterios fundamentales. Es esto conocemos si reconocemos
nuestros pecados; si guardamos su palabra; si guardamos sus mandamientos; si vivimos como vivió él; si amamos a los
hermanos; si no negamos que Jesús es el Cristo; si nos amamos unos a otros.
 Desde la Escritura podemos afirmar que el discernimiento comportar un análisis crítico de la existencias cristiana en
orden a una justa valoración de la misma desde la presencia trinitaria en ella y en orden al consiguiente compromiso de
vida.
 El nuevo Ordo Poenitentiae nos da esta definición: “Discernimiento espiritual es un conocimiento íntimo de la acción de
Dios en el corazón de los hombres”.
2. Momento actual de la dirección espiritual.

2. Razón de discernimiento espiritual.


 La primera razón es el mismo ser humano. Nadie nace acabado y todos necesitan hacerse y, por lo tanto, deberán dirigir todo el
potencial vital hacia una meta concreta diciendo muchos sí es y muchos no es. El discernimiento deberá estar siempre presente.
 La razón está en el mismo ser cristiano. Nada más tener adelante al cristiano en su ser total, salta a la vista que el discernimiento es
todo necesario. Contemplamos al cristiano desde una doble perspectiva:
 En Primer lugar, todos sabemos que lo radia del cristiano es ser en Cristo, con todo lo que le supone de relación con la Trinidad
con el hombre y con el mundo. Pero este ser en Cristo debe realizarse en un contexto socio- histórico concreto y en un sujeto
concreto. No se tiene la identidad cristiana completa si no es en una persona concreta y en un momento concreto Plantear y vivir la
relación entre la identidad cristiana la realización socio-histórica y el momento bio-psíquico no es posible sin un discernimiento
permanente y bien llevado.
Debemos situar al cristiano en un proceso de gran riqueza y abierto a la vida cristiana en plenitud. La respuesta que se da en cada
momento nunca es definitiva. Este proceso integral del cristiano es impensable sin la praxis del discernimiento.
 La razón esta en la presencia del Espíritu. Esta presencia del Espíritu es la que nos plantea el discernimiento espiritual.
- Contamos con que la presencia del Espíritu es activa y operante sobre todo la creación; donde está el Espíritu hay vida. Así no
presenta la Escritura: “Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resulte
el hombre un ser viviente”; “Envías tu aliento y lo creas, y repueblas la faz de la tierra”; “infundiré mi Espíritu y viviréis”. Y, a su
vez, si falta el Espíritu falta la vida “Si él retirara a él su espíritu si hacia si recogiera su soplo, a una expiraría toda carne, el hombre
al polvo volverías”; No me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.
2. Momento actual de la dirección espiritual.
- Sabemos que la vida cristiana es en el Espíritu el cristiano nace a la vida divina por el Espíritu, en él
“había el Espíritu de Dios”, tiene al “Espíritu que se une a nuestro espíritu; pero además los cristianos son
guiados por el Espíritu”, “En cierto efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de
Dios”; “Si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Resulta evidente que se necesita una intensa
atención al Espíritu para tener discernimiento cristiano.
- Añadimos un dato más: la presencia y la actuación del Espíritu suponen en le cristiano una tensión
interior. La tensión se da como resultado de dos polos de fuerzas contrarios; y el cristiano que es testigo de
que el hombre viejo le acompaña y que es consciente de que está ungido por el Espíritu, sabe muy bien la
tensión que le supone la vida en el Espíritu como la describe san Pablo en Rom 8, ss. Si la presencia del
Espíritu y la tensión interior se corresponden, se entiende fácilmente que a más presencia del Espíritu se
experimente más la tensión interior. Y consecuentemente, ante la experiencias de la propia tensión se
impondrá la necesidad del discernimiento y del discernimiento espiritual. Resulta claro que donde no se
viva con tensión, no se verá la razón del discernimiento.
d) La razón práctica del discernimiento viene dada desde los mismos ámbitos donde se practica. Se practica
el discernimiento en la opción vocacional (discernimiento vocacional), en la estructuración de la persona
cristiana en los momentos de crisis; en las nuevas llamadas; en el estilo de la vida cristiana que incluya el
carácter comunitario (discernimiento comunitario); en la respuesta a las nuevas etapas de la vida en el
momento de afrontar situaciones adversas; etc.
2. Momento actual de la dirección espiritual
3. Garantías del discernimiento espiritual
El Espíritus es punto de referencia esencial en el discernimiento. Siempre se han dado reglas de disentimiento y ofrecemos
las que consideramos más fundamentales las siguientes:
 a) Los frutos han sido siempre y también son hoy un criterio definitivo. Los frutos del Espíritu son: “amor, alegría, paz,
paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de si”; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad,
justicia y verdad”; Por los frutos los conoceréis.
 b) La confesión de “Jesús es el Señor”. No podemos olvidar esta frase de San Pablo “Por eso os hago saber que nadie
hablando en el Espíritu de Dios puede decir “¡Anatema es Jesús!; y nadie puede decir¡ Jesús es el Señor!” sino en el
Espíritu Santo”. Esta claro quien se refiera a Jesús, como el Señor reconociéndole la divinidad y expresando su adhesión
personal, esta bajo la acción del Espíritu.
 c) La unidad de comunión. Quien busca de verdad la unidad de comunión, actúa desde el Espíritu. La unidad es palabra
de Jesús y realidad querida por él, y es obra del Espíritu: “unidad del Espíritu”. Siguiendo a San Pablo, vemos que la
presencia del Espíritu lleva a la pluralidad, y que la pluralidad vivida en el Espíritu exige la unidad, porque el origen de
los carismas es el mimos Espíritu y la finalidad es común a todos la edificación de la Iglesia.
 d) La filiación , como vivencia siempre nueva e integradora. Conocemos ya como la filiación es el dato que transforma
mas radicalmente al cristiano, y cómo en ella está presente el Espíritu. Esta nueva posición de hijo ante Dios Padre, de
hermano con todos los hombres y de persona libre en relación con el mundo entraña necesariamente un nuevo
planteamiento de vida con su correspondiente comportamiento; y esta nueva vida será posible en el Espíritu.
2. Momento actual de la dirección espiritual
e) La fraternidad sentida y comprometedora. También sabemos que la fraternidad parte de la filiación, que se acoge en
gratuidad y compromete radicalmente. No cabe duda de que en nuestra vida lo que lleva el sello de fraternidad es del
Espíritu.
f)  La pertenencia eclesial. Pensamos que quien en el momento actual cree en la Iglesia y la ama, y es definido en ella y
por ella vive bajo el Espíritu. Esta posición ha necesitado pasar de una visión meramente sociológica de la Iglesia a
valorarla y vivenciarla como Misterio Comunión y Misión en relación con la Trinidad. La pertenencia amorosamente
consciente a la Iglesia y comprometida con ella me habla de presencia del Espíritu.
g)  La fuerza en medio de la pobreza-pobre, en la debilidad. San Pablo la vive la proclama repetidas veces en su verdad
radical: “pero llevamos este tesoro envaso de barro para que aparezca una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de
nosotros”; Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mi la fuerza
de Cristo pues cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte. Pero nosotros sí que podemos dar vuelta a todo hasta
dar poder a la pobreza. La debilidad real, la pobreza-pobre, es la que no tiene vuelta; y cuando hay fuerza en ella, es del
Espíritu.
h)  Una vida de éxodo permanente. Está guiado por el Espíritu de Cristo quien plantea y vive su vida en relación con
Cristo saliendo de sí, en conversión permanente. Lo vemos en esta afirmación de San Pablo: “Y murió por todos, para
que ya no vivan para si los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”, que inspira esta parte de la
Plegaria Eucarística IV: “Y porque no vivamos ya para nosotros mismos, sino para él que por nosotros murió y resucitó
envió. Padre, desde tu seno al Espíritu Santo, como primicia de los creyentes”. No hay salida de sí sin el Espíritu.
III. NATURALEZA DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

1.¿Le ponemos nombre?


Cuando se abandonó la dirección espiritual se utilizaron también otros nombres como “guía”, “consejero” ,
“animador”. Se ve fácilmente que el término “ director espiritual” puede decir demasiado -se le acusa de
dirigismo, de fomentar dependencia, de ejercer una imposición-, pero también salta a la vista que “el
acompañamiento puede ser poco-.
“Padre espiritual se comprende que actualmente se mantenga, a pesar de los recientes vaivenes, el término
de dirección espiritual porque al acompañamiento se le está dando hoy un contenido cada vez más extenso en
el que entran distintos tipos de relación y de ayuda. La dirección espiritual, en cambio está centrándose más
en un tipo de acompañamiento más específico.
Resulta cada vez más claro que a cualquier tipo de ayuda y de acompañamiento no se puede llamar dirección
espiritual. Es evidente la gran diferencia que hay entre el consejero psicológico y la dirección espiritual; entre
la ayuda para el desarrollo armónico psicológico de la persona y la dirección espiritual; entre el dialogo
espiritual con un amigo y el dialogo de la dirección espiritual.
III. NATURALEZA DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

2. La especificidad de la dirección espiritual.


Una de las definiciones es “ Es una ayuda personal por medio de un diálogo espiritual para
que el cristiano pueda vivir más plenamente según el Espíritu de Cristo”, y subrayamos de
ellas los elementos mas comunes que son:
a) Lo “espiritual” en la dirección espiritual,
Esta claro que, como consecuencia, no se entiende la dirección como una mera ayuda para el
propio conocimiento y para una realización armónica de la persona, desde unos criterios
meramente humanos. La dirección se sitúa ante una vida con espíritu en el Espíritu; y así se
comprende que se fundamente y se mueva en un contexto teológico y se rija con principios
teológicos.
La fuerza de todo este planeamiento descansa en el presupuesto antropológico de que la
espiritualidad es constitutiva del hombre y del cristiano. La toma de conciencia de lo
espiritual en la persona deja el campo abierto y libre tanto para vivir la dirección espiritual
como para ejercerla.
III. NATURALEZA DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

b) La dirección espiritual como ayuda personal por medio de un dialogo espiritual.


La dirección espiritual incluye el componente psicológico como elemento de gran importancia.
Aunque en este momento no entramos en su estudio, sin embargo queremos subrayar que el
director espiritual debe adoptar una posición muy definida sobre la relación existente entre la
espiritualidad y la psicología. La ambigüedad y el desconocimiento del director en este terreno
pueden dificultar su labor de acompañamiento.
Subrayamos el carácter de ayuda que es propio de la dirección espiritual. Está muy lejos de
suplantar a la persona creando dependencia que le resten libertad. La dirección espiritual ayuda a la
persona en su libertad.
Planteamos la dirección espiritual como ayuda personal en doble sentido porque se ofrece a la
persona concreta y porque la ayuda se realiza de persona a persona. No es la ayuda que de al grupo
ni que se recibe a través del grupo.
Planteamos además que el medio de esta relación de ayudar es el diálogo espiritual. A las ayudas
personales pueden hacerse de formas diversas, pero el medio característico de la dirección es el
dialogo espiritual.
III. NATURALEZA DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

1. El diálogo y sus exigencias: No olvidemos que en las definiciones de la dirección espiritual


está el dialogo espiritual. La dirección espiritual descansa en la comunicación. El conocimiento
que se tiene de la persona en la dirección espiritual, cuenta con el dialogo podrá servirse de los
estudios psicológicos, pero no descansa en ellos Tengamos muy presente que la relación propia
de la dirección espiritual no es la de estudiado, sino la de comprendido.
 La importancia de diálogo impone a quien acompaña una serie de exigencias que son:
 -Capacidad de acogida: Se hace muy difícil, por no decir imposible, el diálogo de dirección
cuando no existe acogida. Esta acogida incluye: intereses por el encuentro; un tono afectivo
habitual; sinceridad en la acogida; capacidad de entrar en el mundo interior del otro.
 -Capacidad de situar al otro en lo que es: Esto exige como primer dato comprender bien la
comunicación que el acompañado está dando e interpretársela de tal forma que se vea
comprendida.
 -Capacidad de sorpresa: Si se cree en las personas ya que esperar sorpresas y no se puede actuar
con esquemas prefijados. Hace falta fe en el dinamismo del crecimiento.
.
 
III. NATURALEZA DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

 -Necesidad de firmeza. Es obvio que el diálogo espiritual, además de ser sincero y cordial, debe tener firmeza. A
la dirección espiritual se refiere a sus criterios, que deben ser claros y bien fundamentados; a su actuación en el
descubrimiento de los autoengaños y de las evasiones del acompañado; y a la forma de plantear y de llevar los
encuentros.
El diálogo también tiene sus exigencias en quien busca la dirección espiritual:
 -Un comunicación trabajada. Partimos de que no tenemos diálogos si no hay comunicación ; y no es fácil en la
dirección conseguir una comunicación en profundidad, y menos aún en el campo de la espiritualidad. Se impone
trabajar la comunicación
 -Capacidad de confrontación. Aceptar la confrontación supone estar dispuesto a recibir datos de interpelación, lo
cual exige una sana vulnerabilidad. Esta capacidad de interpelación es un presupuesto básico para el dialogo; ya
que sin ella el dialogo se superficialidad consecuentemente, la dirección se debilita y terminaría desapareciendo.
- Dosis de confianza. La comunicación se da cuando se confía y la comunicación que crece va de la mano de
una confianza también crece. Por eso, la confianza debe asegurarse y debe ir más no dejando de ser conquista
sobre todo en los momentos de dificultad.
  -La experiencia gratificadora de la comunicación: El dialogo llevado en medio de una comunicación sincera y
profunda a la vez, resultar necesariamente gratificante.
 
III. NATURALEZA DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

2) El instrumental del diálogo: Al mismo tiempo que insistimos en la importancia del


dialogo dejamos constancia de su dificultad por lo que conviene abundar en soluciones.
Es irrenunciable la entrevista: Nadie duda del lugar que ocupa en la dirección espiritual, y
hasta se llega a identificarlas; hablar de dirección es hablar de entrevista. Pero tampoco es
suficiente; se puede tener entrevista y no tener dirección.
Debemos contar con los métodos que le ofrezcan al propio sujeto puntos de referencia para
su vida y le ayuden a mantenerse atento a su respuesta. El “proyecto personal de vida” junto
con la “revisión de Vida” y “el cuaderno de vida” son formas concretas que ayudan a la
persona a estar sobre sí misma y que les facilitan los datos de la comunicación.
III. NATURALEZA DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

3) El dialogo espiritual. La expresión puede llamar la atención y en un primer momento hasta puede chocarnos.
Tenemos que decir de entrada que no tiene que ver nada con un diálogo desencarnado alejado de la realidad,
enfrentado a la situación histórica que nos toca vivir. Tampoco tiene nada que ver con una visión dicotómica de
la persona cuando hoy se plantea la unidad de la persona desde la espiritualidad.
Subrayamos que el diálogo de la dirección espiritual porque tiene muy presente al Espíritu, ya que en sus
referencia esencial. Sabemos que la vida cristiana no se entiende sin el Espíritu, porque está traspasado por el
Espíritu.
No está de más que señalemos algunas connotaciones del diálogo espiritual para no caer en la tentación de
reducirlo a “coloquios espirituales”. Parte de una búsqueda sincera del bien objetivo de la persona desde la
relación con Dios; esto exige una apertura en pobreza propia de quien no puede aferrarse a razonamientos
hechos o posiciones tomadas; le acompaña una generosidad no calculada, porque no hay límites de amor,
descansa en una fe experimenta en Dios cercano y fiel; exige capacidad para relacionar provisionalidad y
firmeza; le es imprescindible una visión sanamente realista de momento socio-histórico actual; está siempre
presente la llamada trascendencia; le envuelve una comprensión valorativa de la persona; y le son constitutivas
la libertad y la desapropiación. En resumen: el dialogo espiritual del acompañamiento es complejo,
comprometido, arriesgado y desprendido.
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III. NATURALEZA DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

c) La relación y la afectividad de la dirección espiritual.


Somos conscientes de que la relación y la afectividad son puntos claves tanto para la intelección como para la
praxis de la dirección espiritual. Hablamos de la relación y de la afectividad de la dirección espiritual, y
queremos subrayar su especificidad.
1. La relación. Sus características. Siempre ha habido interés por estudiar la relación que entaña la dirección
espiritual. El interés se ha acentuado desde las aportaciones del método no directivo de C. Rogers y del adaptado
a la situación específica de la dirección espiritual elaborado por su discípulos R. Carkhuff.
Damos por supuesto que todo dirección incluye una relación pero buscamos algo más: la cualificación de dicha
relación. Nos preguntamos por la especificidad de esta relación y por sus características.
-Cuando se habla hoy de la dirección espiritual es muy común señalar los defectos que deben evitarse en la
relación. Se excluye la identificación que alimentaría una dejación de responsabilidades y fomentaría una
ausencia de criterios personales; se teme al autoritarismo, siempre amenazante, sobre personas psicológicamente
débiles; se rechaza el paternalismo, que protege más que ayuda; se denuncia la relación tipo maestro-discípulo
que transmite conocimientos sin entrar en la situación de la persona.
-La relación de la dirección espiritual es triangular. Es verdad que se habla mucho de la dirección espiritual como
una relación dual, pero vemos que las dos parte de la relación tiene un punto de referencia como que el Espíritu
Santo, que actúa en los dos, por eso hablamos de una relación triangular: yo, tu y él. El Espíritu de Cristo entra
tan de lleno en la relación que su presencia incide real esencialmente.
III. NATURALEZA DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

La incidencia es muy real. Siempre que hay una dirección espiritual la referencia al Espíritu es básica e
insustituible. Recordamos estos dato de toda dirección espiritual cuenta como punto de partida al medio en el
deseo, seguir al Espíritu de Cristo; que toda dirección espiritual es consciente de la acción del Espíritu en todo
el proceso de la vida espiritual y que hay que secundarle; y que toda dirección espiritual tiene como punto de
llegada la plenitud de la vida en el Espíritu. Una referencia tan básica y tan habitual llega necesariamente a
informar a la misma relación.
-El Espíritu tiene la primacía en la relación: El punto de partida es que la acción del Espíritu es la garantía de la
dirección espiritual. El Espíritu actúa de forma tan real en ella que se convierte en el elemento de la alteridad;
y lo propio de la dirección va a consistir en contra con la alteridad de Espíritu. El director, precisamente porque
actúa en relación con el Espíritu, no puede identificarse con el acompañado ni dejarse dominar por él; tampoco
el dirigido, por su relación con el Espíritu puede plegarse al director ni despreciarlo. La dirección espiritual
tiene garantía siempre que incluya la alteridad; cuando ésta es débil o desaparece, la dirección yo no existe.
Según esto, la relación con el Espíritu es la que debe prevalecer. No puede olvidarse que la relación del
director el de ayuda; y está debe evaluarse. La relación con le director espiritual, aunque importante, es
subordinada y en caso de conflicto no es la que de prevalecer. Es bueno que el director espiritual tenga
conciencia de provisionalidad en el acompañamiento.
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III. NATURALEZA DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

2. La afectividad de la dirección espiritual y sus características. Es a todas luces evidente que este tema es
clave en el acompañamiento. Resulta impensable que se dé la comunicación personal si un contexto cordial
sano.
El punto de partida es contar con una buena base natural de relación, no se puede pedir más. Si pensamos
que la dirección sólo es posible entre las personas que tiene una sintonía afectiva completa
desnaturalizamos lo que es la dirección espiritual
La clave de la afectividad de la dirección espiritual está cómo se valore y se viva la comunicación. La
comunicación le abre al director la carta escrita por el Espíritu, que es Historia de Salvación y le permite
contemplar la acción de Dios en persona. La postura que le corresponde al director espiritual no es otra
que responder con agradecimiento y con cordialidad.
Si miramos al acompañado, la clave de la nueva relación estará también en la comunicación Cuando toma
conciencia de su momento humano-religiosos y siente necesidad de una ayuda en profundidad, la relación
con el director la va a suponer la experiencia de una compresión peculiar y de una cercanía no común.
Podemos asegurar que también para el acompañado surgirá desde la misma comunicación una nueva
relación de cordialidad nueva. Es la afectividad nueva de la dirección espiritual.
III. NATURALEZA DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

c) La eclesialidad en la dirección espiritual.


No deja de ser extraño presentar esta nota de eclesialidad como constitutiva de la dirección espiritual cuando
por otro lado la rodeamos de tanta privacidad. Pero el hecho es que se insiste cada vez más en esta dimensión
eclesial.
La razón es muy clara y resulta evidente: Al cristiano no hay que situarlo necesariamente en la Iglesia; y esto
vale tanto para el director como para el acompañado. La persona busca la dirección es cristiano en la Iglesia, y
pones su persona y su vida cristiana como objeto de dirección; y su vocación la vivirá en la Iglesia desde la
Iglesia y para la Iglesia.
Si miramos al director -que puedes ser laico- vemos que no actúa a título personal, sino que, además de actuar
sobre un miembro de la iglesia, actúa él como miembro dela Iglesia y también en nombre de la Iglesia. No
olvidemos que también con la dirección espiritual actúa el Espíritu en la comunidad eclesial.
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IV AMBITO DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL.

Nos preguntamos por el campo de la dirección


espiritual y surge muy fácilmente la respuesta,
que es verdadera de que la dirección llega toda
la persona y a toda la vida del cristiano; pero
en cada caso, siendo la dirección tan personal,
se plantea la necesidad de atender a campos
muy concretos de la persona y de la vida
según sea la situación en que se encuentre.
IV AMBITO DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL.

1. La estructura progresiva de la persona cristiana.


Decimos que la referencia principal en el acompañamiento es la estructuración de la persona. Sabemos que en la
estructuración de la persona cristiana no jugamos todo; el sentido de la vida cristiana y también la credibilidad de la
dirección espiritual. Está claro que no basta con tener ideas de cristianismo sino que es necesario estructurar
existencialmente la persona de la realidad cristiana, es decir, que la persona cristiana reacciones en cristiano, porque
le nace desde dentro, y el ser cristiano es ya cuerpo de su cuerpo.
Es verdad que en la estructuración se incluye la definición de la persona; pero subrayamos explícitamente por la
dificultad que actualmente encuentra para su aceptación y para su praxis concreta. No resulta fácil contar en la vida
con la definición que hoy supone ser cristiano; y por eso se explica la querencia de prolongar lo más posible la
indefinición.
El papel que juega la persona que acompaña en la estructuración es decisivo mantiene muy viva la referencia a lo
que es se cristiano; es testigo en el proceso de integración; ayuda a detectar las situaciones de ruptura interior, le
ofrece datos para interpretar los desajustes; le sitúa ante su indefinición; sostiene a la persona en la definición
adoptada. Debemos tener muy presente que la estructura de la persona Cristiana es el objetivo prioritario de la
dirección espiritual..

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IV AMBITO DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

2. El encuentro con Cristo Experiencia religiosa fundante.


Recordemos este principio básico. No es posible la estructuración de la persona sólo desde las ideas; es obligado que
participa la afectividad y, por esta razón en el proceso de estructuración debe entrar muy directamente la relación
personal. El encuentro personal con Cristo es tan central que debe llegar a ser la “experiencia religiosa fundante” para la
vida y la persona del cristiano. Los elementos son;
a) Fe y conocimiento de Jesucristo. Todos sabemos que la fe incluye tener por verdadero y reconoce que Jesús de
Nazaret es el “Cristo , el Hijo de Dios vivo”, que es el enviado de Dios, que es el Señor único Mediador. Y la fe,
además entraña una actitud de apertura y de acogida: creer es un movimiento de adhesión a la persona de Jesús.
A la fe le añadimos conocimiento. La adhesión de fe a Cristo, para que sea veraz y madura, exige el conocimiento de los
contenidos de fe. Pero también es una gran verdad que la fe cuenta con el conocimiento, pero no es sus conclusión.
Si de verdad somo testigos de proceso de la estructuración de la persona cristiana, no podemos desentendernos cómo
vive la persona concreta esta delicada relación entre la fe y el conocimiento; es el momento más delicado de la dirección
espiritual.
b) Celebrar la Presencia. No nos cabe la menor duda del gran valor que tiene la celebración para asegurar el Encuentro
con Cristo. Además de que por la fe creamos en Cristo y le aceptemos presente, hay que vivir su Presencia. Esto nos lo
da la celebración; en ella se vivencia la relación con Cristo, se entra en comunión de vida con él y se fundamente una
esperanza de futuro.
IV AMBITO DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

Dentro de la celebraciones que pueden facilitar el Encuentro, tenemos dos muy especiales: la oración,
entendida como trato de amistad con Dios, y la celebración litúrgica, especialmente la eucarística. No
podemos hablar de Encuentro con Cristo sin celebraciones, es decir, sin la relación viva con Cristo sin
la implicaciones afectivo que le comporta al sujeto y sin definición correspondiente ante los demás.
c) La postura de seguimiento. Nos resulta evidente que para garantizar el Encuentro con Cristo se
cuente con el seguimiento. El encuentro no se tiene sólo con fe, ni tampoco con la sola afectividad,
necesita también la operatividad.
d) Los hermanos. Una de las garantías del Encuentro con Cristo son los hermanos. Todos sabemos que
fundamentación de la fraternidad, es la filiación; porque somo hijos, somos hermanos. También
sabemos que la fraternidad es previa al comportamiento de hermanos aunque el comportamiento de
hermanos no se dé somo hermanos, porque somos hijos. Así, el Encuentro con Jesús, el Hijo no se
entiende sin los hermanos.
La posición que debe tener la persona que acompaña en el Encuentro con Cristo entraña una dificultad
especial: no vasta con ofrece un mero conocimiento de Dios ni con hablar de una experiencia que vivió,
deberá actúa trasmitiendo vida desde una experiencia actual y fresca de Dios; pero; con todo los
resultados no son previsibles. Le corresponde mantenerse abierto a las sorpresas.
IV AMBITO DE LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL
3. El estilo de vida.
La dirección espiritual tiene en este campo concreto una delicada ayuda que
ofrecer. No hay vida cristiana si no se llega a la concreción de un estilo definido
de vida y no hay dirección espiritual si no acompaña en los vericuetos de la
vida. Es verdad que no se llega al compromiso cristiano de vida si no se parte de
la experiencia religiosa fundante y si no se cuenta con la capacidad de respuesta
de una persona cristiana bien estructurada, pero asumir un estilo concreto de
vida entraña vacilaciones, dificultades y riesgos, donde se sitúa la ayuda de la
dirección espiritual.
Un estilo de vida definido por el ser cristiano y para llevarlo a cabo se necesita
prestar una atención especial a diverso aspectos. Se necesita cultivar la vida
teologal avivar la relación comunitaria eclesial; afinar el discernimiento en la
vida; mantener la visión clara de los objetivos; asegurar la capacidad de
decisión; superar las autojustificaciones hechas con planteamientos
reduccionistas; adecuar las aspiraciones a sus posibilidades; vigilar los
protagonismo; admitiré la pobreza de los propios límites; caminar dando pasos
nuevos.
En este contexto es fácil de valorar la ayuda que la dirección espiritual puede
ofrece a quien se plantea desde su ser cristiano un estilo de vida propio, sin
acomodarse a las exigencias de la mentalidad dominante.

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